La iglesia cristiana y el contexto político - David Omar Gallardo

La iglesia cristiana y el contexto político

Share This

 En estos días se publicó la ley de aborto en Argentina, un claro avance de la agenda global en nuestro país. En el contexto internacional tenemos a Trump cuestionando las elecciones presidenciales, denunciando fraude, y a su vez le bloquearon las redes sociales de twitter y facebook. Y fueron bloqueando cualquier red social que ocupe. 

Trump claramente llevó adelante una agenda contraria a la sostenida por Estados Unidos respecto a la agenda globalista del aborto, la agenda LGTB, y demás, quitándole los fondos que el mismo país les entregaba en millones. Estos grupos no sólo están compuestos de presuntos defensores de la libertad, sino por quienes llevan adelante negocios humanamente perversos.

Es por eso que en el transfondo del enfrentamiento algunos hacen una lectura de una lucha contra el "bien" y el "mal".

Pero esta lectura es demasiado ingenua como para ser cierta.

En la historia de la humanidad, Dios ha levantado diferentes imperios, con sus líderes para juzgar a otros. Por ejemplo, cuando Babilonia arrasa con el pueblo de Israel y lo lleva cautivo, como castigo por haber amansillado la tierra con ídolos. Nabucodonosor II, el entonces emperador, fue llamado un "servidor de Dios", pero a su vez el imperio de Babilonia también fue juzgado.

Es decir que, a través de la historia, ningún reino que subió o bajó lo hizo sin el permiso de la providencia divina, y los pueblos que se vieron juzgados era por sus prácticas culturales que desagradaban a Dios (como el sacrificio en el fuego de los hijos).

Este es el contexto del antiguo testamento, antes de la llegada de Jesucristo, donde el único pueblo que tenía Dios era el israelita. En nuestra era la perspectiva cambió, porque ahora el pueblo de Dios se encuentra disperso en todas las naciones de la tierra, que son los cristianos.

Ahora bien, con esta nueva ley del aborto, el pueblo cristiano no se va a ver influido, porque los verdaderos cristianos no van a a abortar, sino que van a seguir recibiendo a sus hijos. 

La patria es un concepto muy arraigado en la vida de todas las personas, ya que hace referencia a "la tierra de mis padres", sin embargo la patria que integra y espera el cristiano es la "celestial" (Efesios 2.20). Entonces, ¿porqué preocuparse de la terrenal?, simplemente porque en esta especie de destierro tenemos que procurar "la paz de la ciudad, porque en su paz nosotros tendremos paz" (Jeremías 29.7).


"Mi reino no es de este mundo" dijo un Cristo apresado, frente a un Pilato atónito. Roma frente a Cristo. 

"Si lo dejamos, todos van a creer en él, y las autoridades romanas vendrán y destruirán nuestro templo y nuestra nación" (Juan 11.48), decían los fariseos y los jefes de los sacerdotes respecto a Cristo, querían preservar su religión organizada, y su nación. Entonces vino la mejor lectura y solución política "es mejor para ustedes que muera un solo hombre por el pueblo, y no que toda la nación sea destruida", era mejor preservar todo como estaba, y no correr el riesgo de que Roma terminara destruyendo a Israel. La nación y religión organizada frente a Cristo.

Cuando Cristo hablaba de su reino fue muy claro, "El reino de Dios no vendrá con advertencia, está ahí o está allí, porque el Reino de Dios está entre ustedes" (Lucas 17.20), "pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios" (Mateo 12.28). Y luego enseñó por parábolas sobre el mismo, haciendo referencia al grano de mostaza (Mateo 13.31), que siendo una semilla chica luego es un árbol, o la levadura que leuda en secreto la masa (Mateo 13.33). 

Es decir que el reino de Dios tiene dos características, no puede señalarse físicamente, y va de pequeño a grande, por una sencilla razón, el mismo se desarrolla en el corazón del hombre y la mujer, siendo el corazón el centro de la persona, es decir su voluntad, sus pensamientos y sus sentimientos.

Es por eso que -contrariamente a lo que muchos señalan- establecer el reino de Dios en la tierra no tiene nada que ver con tener diputados y senadores cristianos, o presidentes cristianos, u ocupar lugares de poder. Eso es bueno, siempre y cuando la persona haya sido llamada y esté preparada para el puesto, pero tiene que saber que ocupar esos lugares no tienen nada que ver con que venga el reino de Dios a la tierra.

Que el reino de Dios venga a la tierra significa que se deshagan las obras del diablo, y estas obras se deshacen cuando el corazón del hombre y la mujer es transformado. Cuando el corazón del hombre es transformado, el mismo no va a asesinar a su mujer, o a sus hijos, o a un extraño, ni le va a robar, o estafar o mentir. Establecer el reino es un paso más allá, no sólo el hombre no hace el mal, sino que aprende a devolver bien por mal, entonces bendice a su enemigo, ora por quienes lo persiguen, y hace bien a gente que nunca va a poder devolvérselo. 

Ahora bien, si el reino de Dios estuviese establecido en Argentina, no nos importaría si se legisla la muerte, porque de hecho nadie lo haría. Pero la Iglesia cristiana tiene también la voz profética, de anunciar el mensaje del evangelio, y el mismo es un vivo llamado al arrepentimiento del pecado (por ej. abortar es pecado de matar) para el perdón que Cristo mismo pagó con su vida y su sangre en la Cruz para todos los hombres y mujeres.

Es por ello que sería ridículo querer establecer el reino por la fuerza, ya que nada tiene que ver con las armas, "porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efesios 6.12)


"dar al César lo que es de César, y dar a Dios lo que es de Dios".

El César era la máxima autoridad política del imperio Romano, el mismo era considerado un dios, vicario del imperio, por lo que su tributo, al judío, le molestaba por dos razones, primero era un tributo adicional, y a su vez era una ofrenda religiosa, de adoración al César como a un dios, existiendo por tanto un conflicto de conciencia.

Le habían preguntado a Cristo, de manera maliciosa, si era lícito dar tributo al César. Si decía que sí, contradecía la ley de Dios, y el pueblo ya no lo reconocería como el mesías. Si decía que no, podía ser llevado inmediatamente detenido por sedicioso o rebelde contra el imperio e incluso pasado a espada.  

La respuesta fue tan contundente como sencilla, "¿de quién es la imagen y la inscripción?" preguntó. "De César" respondieron. Dar al César lo que es de César, y dar a Dios lo que es de Dios.  




No hay comentarios:

Pages