Así como el fantasma de la B se trasladó al público en general, ahora volvió el fantasma del cepo. Lo novedoso es que esta vez es distinto al aplicado allá por la crisis del 2001.
Hoy desde la cueva del Banco Central, Sandleris emitió un comunicado firmado, a partir de ahora los bancos que quieran sacar dólares afuera, deben pedir una autorización previa.
Este golpe de timón es parecido al que hizo el titanic cuando tenía el iceberg adelante, por evitar la fuga 'bancarizada' podrían acarrear impactos indeseados.
Lamentablemente, esta decisión, propia del uso de la soberanía nacional, se ha tomado después de financiar la salida de capitales tan buitres como fugaces.
De todos modos, es llamativo que pareciera que el gobierno está comenzando a aprender que aquel dogma del libre mercado, esa profesión de fe (el gatito chino de la prosperidad) a la que besaban los pies, se ha convertido en una estatua de madera que les ha pateado la cara, rompiéndoles los dientes.
A diferencia del 2001, donde la retención se aplicó a los ciudadanos de a pie, lo rescatable de esta medida es que se aplica sólo a los grandes, los bancos y los inversores institucionales, después de tanto maltrato a los más desprotegidos.
Veremos los que nos deparan estos pocos días hasta la elección sobreviniente, a la que esperan como la campana del ring en un round que viene complicado, con sed (poca liquidez) y sin aire (sin credibilidad).
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