La estrella más grande de nuestro sistema solar, el sol, tiene el tiempo contado. Cuando el combustible que lo enciende empiece a gastarse, su color será rojo y su tamaño y calor va a ir aumentando hasta ir consumiendo a todos los planetas cercanos, incluida la tierra.
el Sol se expandirá y se convertirá en un "gigante rojo". (BBC Mundo)
De esta manera, el sol, ya no dará el resplandor de siempre, y aumentando su tamaño va a fundir todo lo que encuentre en su camino.
Lo curioso es que estos descubrimientos de la ciencia moderna, estaban escritos hace más de 700 años antes de Cristo en la Biblia.
Por ejemplo, el profeta judío Isaías dijo "Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz, el sol se oscurecerá al salir, y la luna no dará su resplandor" (cap. 13.10)
Añadiendo que luego de la extinción de nuestro sistema solar, va a pasar lo siguiente: "Porque he aquí que yo creo nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento" (65.17)
La expansión del sol, va a quemar los elementos hasta el nivel más pequeño de su composición debido a la cantidad de radiación que irradia y contiene el astro, deshaciendo por tanto a todos los elementos desde el nivel más pequeño.
Agregando a lo dicho por el profeta Isaías, otra persona, el apóstol Pedro, expresó en el primer siglo de nuestra era sin conocer absolutamente nada de física nuclear, estas palabras: "Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo y los elementos* ardiendo serán desechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas" (2 carta de Pedro 3.10)
Y para que no quede lugar a dudas, a renglón seguido dijo: "Esperando y apresurándonos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, siendo encendidos, serán desechos, y los elementos* siendo quemados, se fundirán" (2 carta de Pedro 3.12)
*elementos, en original: στοιχεῖον, ου, τό. Elemento que constituye el mundo material (tierra, aire, fuego, agua). Principio básico, lo elemental, una presuposición : Gál 4:3; Gál 4:9; Col 2:8; Col 2:20; Heb 5:12; 2Pe 3:10; 2Pe 3:12)
Así, consumirá a todos los planetas interiores: Mercurio, Venus, la Tierra y tal vez Marte. El resto se achicharrarán por el calor y la intensa radiación. (Clarín)
Ahora bien, ¿cuál sería el sentido entonces de cuidar el planeta que habitamos, o procurar construir en una patria destinada a desaparecer, junto con toda la tierra y todas las demás patrias?
En respuesta a ello, constantemente los hombres de Dios siempre nos recuerdan a lo largo de toda la biblia, que somos peregrinos en esta tierra, y ciudadanos de una patria celestial. "Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que se abstengan de los bajos deseos carnales que batallan contra el alma" (1 Pedro 2.11)
Y en este punto se pone de relieve cuál es el verdadero propósito de quienes creemos en Cristo Dios: el propósito de nuestras vidas es ser transformados conforme a su imagen, a su carácter y esencia (Romanos 8.29).
Como consecuencia de este parecido debería desatarse como actitud de vida el amor al prójimo, como el fruto en un árbol de frutos, floreciendo por tanto la acción de hacer bien al otro.
Somos peregrinos no sólo en este tiempo, sino también en este espacio, es lo que constantemente plantea la biblia antes de la aparición de la ciencia moderna.
De esta forma, somos administradores en un plano social, político, económico y espiritual de los bienes que nos fueron asignados, para ser calificados en la eternidad como confiables para administrar verdaderos bienes eternos.
Toma sentido entonces lo que Cristo dijo: "Pues si en las riquezas injustas (en referencia a las de este sistema en el que estamos inmersos) no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?" (Lucas 16.11).
Finalmente, la única razón por la que procuramos construir en este planeta tierra transitorio, no de forma material, sino en el carácter y forma de ser; es porque esa es la forma de reflejar el carácter y la esencia de quien nos creó, y asimismo es la prueba que nos habilitará a recibir la administración de lo verdadero cuando llegue el tiempo de la eternidad.
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