Los incidentes y disturbios de la final de la Copa Libertadores, el clásico entre River Plate y Boca Juniors, puso de relieve una de las ideas principales de la decadente cultura popular.
Esta idea es la que postula "no te reprimas, hace lo que te dicte tu corazón".
Aunque ello signifique lastimar gente.
Así es como vemos claramente que "hacer lo que dicte tu corazón" es un problema, una amenanza perniciosa que no calcula daños, ni tampoco piensa en el prójimo.
"Hice lo que dictó mi corazón" dice el tipo que justifica una amante, el homicida que descuartizó a su mujer, el que defendió causas políticas perversas, y el que tiró la piedra al micro de Boca.
Se expresa de una forma tan liviana, como si fuese una justificación que exime de culpa.
"Engañoso es el corazón, más que todas las cosas, y perverso..."
Mientras sigamos justificando como sociedad nuestras necedades, poniendo delante de nuestras acciones excusas a fin de evitar responsabilidades ("yo lo sentí así"), vamos a tener una sociedad que no reflexiona, ni construye.
"Vivimos en una sociedad que postula como cierto lo que siente que es cierto"
El corazón es tan inestable como la marea, hoy está alegre, mañana está triste; hoy está amoroso, en unas horas odioso; hoy construye, y al rato destruye lo que construyó.
Por esta misma razón tenemos una sociedad insegura; la inseguridad comienza en casa, y en realidad comienza en el corazón humano.
¿No es el tirano un ser inseguro amante del poder? ¿justificaríamos su accionar por lo que siente en su corazón?
Terminando, hoy vimos la hilacha de un problema social de fondo.
Tomamos por verdad -o cierto- lo que sentimos que es verdad, y evitamos responsabilizarnos de nuestras acciones echándole la culpa a otro, a la situación, a las circunstancias y en último lugar a lo que sentíamos, es decir nuestro corazón.
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